La organización de un registro electoral confiable constituye
el pilar básico sobre el cual reposa toda la estructura electoral y, cuando se
está examinando el proceso electoral de un país, es factor decisivo para
calificar su credibilidad.
Tal importancia reviste el registro electoral que en la
década de 1980 cuando varios países de América latina accedieron a la
recuperación de la democracia como sistema de gobierno, la primera preocupación
fué la de dotar a los procesos electorales de un registro electoral confiable,
esto como garantía básica de su pureza.
La forma como haya sido
organizado el registro electoral tiene consecuencias decisivas en lo
individual, pues de ello depende el ejercicio efectivo del derecho al sufragio.
Por tanto el derecho a votar depende exclusivamente de que el nombre del
ciudadano figure en el padrón electoral.
La organización de un registro electoral conlleva la
realización de varias tareas las cuales se agrupan en tres grandes renglones:
•La incorporación de los
ciudadanos al registro;
•La actualización del registro
mediante la aplicación de modificaciones que son necesarias introducir a las
inscripciones ya registradas;
•La depuración del registro, exclusiones que se hacen en el
registro, ya sea de manera definitivas o transitorias.
El registro electoral es un
registro público, por tal razón los partidos y los propios ciudadanos tienen
derecho a verificar y confirmar su registro. Los partidos juegan un rol
importante en el proceso de depuración del registro y en la conformación de la
lista de electores o padrón electoral. De aquí que la mayoría de legislaciones
establecen mecanismos mediante el cual los partidos tienen derecho, antes del
plazo de cierre, para que emitan sus opiniones y sugerencias sobre la lista de
electores.