En sentido general, el secuestro consiste en detener y ocultar a una persona con la finalidad de pedir a su empresa y/o sus familiares un rescate a cambio de su libertad.
Las principales víctimas de este crimen son personas de reconocida solvencia económica (empresarios, industriales, políticos, comerciantes, ganaderos, artistas, etc.) y los familiares de éstos.
La forma común de operar éstos delincuentes consiste en ubicar a su víctima, la siguen, la vigilan en sus actividades cotidianas y cuando más vulnerable se encuentre, la privan de su libertad, se comunican con algún familiar y piden un rescate a cambio de dejar en libertad a la persona.
Usualmente un secuestro tradicional es bien planificado. Los delincuentes desarrollan su labor de inteligencia, organización, logística, etc.; casi siempre saben a lo que van y lo que quieren.
Cuando se es víctima de un secuestro, procure manejarse inteligente y pacientemente, controle sus emociones y no olvide que el secuestrador no quiere mayores complicaciones; él sólo busca, casi siempre, obtener dinero en efectivo en forma rápida y segura.
Frente a una negociación con los secuestradores, procure tener respuestas claras, nunca se debe decir no. Recuerde que los secuestradores, casi siempre, conocen a su víctima y también saben qué suma pedir.
Mantenga un bajo perfil, no sea ostentoso, ni dé a conocer sus éxitos financieros.
Procure negociar con elementos ciertos, no con falsedades o simples promesas. Tenga siempre presente que el tiempo está a su favor y que el delincuente necesita una negociación rápida.
No olvide que en la negociación se plantea un juego de poder. En consecuencia, las horas que dura un secuestro son de tensión, miedo, nervios v angustia. Es por ello que la persona que negocie debe ser un eficiente técnico entrenado.
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Fuente: Manual de Protección Ciudadana, Lic. Ramón Alcides Rodríguez Veras, Pags. 56 y 57